sábado, 14 de febrero de 2009

Orfandad angelical

Si de poesía como expresión de la posibilidad o imposibilidad del conocimiento hablamos, traspasa de gozosa angustia (necesario oxímoron) la metafísica impotencia que Blas de Otero encuadra en uno de los mejores sonetos escritos en lengua castellana:

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser –y no ser- eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

No hay comentarios: