miércoles, 1 de abril de 2009

Educación Para la Ciudadanía. Lección 1: Contra patrias y patriotas

En 1970 aparece en París el Manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana (C.A.Z.) Aunque sin firma, se intuye la mano del profesor Agustín García Calvo, catedrático de la Universidad complutense que junto con los también catedráticos Enrique Tierno Galván y José Luis López Aranguren, fue represaliado por el Régimen del Generalísimo. Y esa mano, para su mayor gloria, es una de las muchas manos del Común del que dicho profesor es parte y todo. Se comienza por constatar la fundación de la C.A.Z. y los fines que persigue:

1. Se declara fundada por el presente manifiesto la Comuna Antinacionalista Zamorana (C.A.Z.), que proclama como su función esencial combatir de hecho y de palabra (y tanto mejor si en tanto los hechos y las palabras vienen a confundirse) por la desaparición del Estado Español y del Estado en general -entidades ambas suficientemente definidas en su realidad abstracta y administrativa- y por la liberación de la ciudad y comarca de Zamora, sobre cuya indefinición ha de volverse en el curso del presente manifiesto.

La 5ª edición que del Manifiesto hace la Editorial Lucina (1987), se cierra con noticias de la C.A.Z. para los que aún se pregunten por ella:


ÚLTIMAS NOTICIAS DE LA COMUNA ANTINACIONALISTA ZAMORANA,
PARA LOS QUE PREGUNTAN POR ELLA DE VEZ EN CUANDO

Sigue ella viva naturalmente (sólo lo que sabe del todo qué es lo que es puede morir; está ya muerto) y a sus diecisiete años florece y campa por sus fueros.
En tanto, el Estado y el Capital (que cada vez son más la misma cosa) han seguido progresando, y con el progreso, descubriendo cada vez más, en sus actualidades, su eternidad.
Zamora, por ejemplo, no sólo sigue sin liberar y padeciendo, en la destrucción por la construcción y en la sumisión a las ideas dominantes, una muerte por fortuna interminable, sino que carga ahora encima con tres capas de Estado, el nacional español, el autonómico castellano-leonés y el económico de la Futura Europa.
Confía ella en que acaso tanta exageración en el progreso, tanta necesidad de Capital y Estado de renovarse a todo trapo para ser lo mismo, pueda favorecer que la gente descubra con demasiada claridad lo que se le miente y lo que se le vende y sacar de ello corazón y razón para la rebelión liberadora.Mientras tanto, no se pregunte dónde está la C.A.Z.: porque ni está propiamente en Zamora ni es tampoco del todo extraña de Zamora, puesto que vive en su destierro; ni se pregunte cuántos son los miembros de la C.A.Z.: porque, como se recuerda, de la C.A.Z. sólo se es más o menos, pero no sí o no; y por tanto, no estando cada uno sino más o menos y a ratos seguro de ser de ella, tampoco se puede saber con seguridad cuántos son los que la C.A.Z. tiene en cada momento.
Por número de almas (cada una con su tarjeta bancaria y su Documento de Identidad) cuenta el Estado la masa de sus súbditos y el Capital la de sus consumidores, que los unos y los otros, para que las cuentas cuadren, habrán de ser el mismo número. Los de la C.A.Z., en cambio, no son más que gente que no se cuenta y pueblo indocumentado.
¡Salud para ellos, sean quienes sean!

En Madrid, verano de 1987

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