sábado, 16 de mayo de 2009

SEMINARIO DE MATEMÁTICAS Antonio Acevedo

         Angélica te nombra emocionada y su emoción te retorna y nos consuela...
        
         “Amigo, hermano, maestro…”

         Ya hace que no estás, pero seguías.Hasta ahora, y ha pasado tiempo, no nos hemos hecho aún a la idea de tu ausencia. Te imaginábamos como en una especie de baja recuperadora de tanta entrega, como en una especie de vacaciones bien merecidas.  Pero no, y este acto constata lo irremediable.

        Nadie ha ocupado tu taquilla, nadie ha quitado la etiqueta con el nombre que la personaliza, nadie se ha atrevido a retirar las fotos que desde el panel de la Sala de Profesores te incorporan al grupo de compañeros… Quizás sea éste el momento de hacerlo y quién mejor para ello que tu querida familia, hoy aquí, con nosotros, reafirmando tu recuerdo. Su desaparición, junto a la aparición de esa placa que da tu nombre al Seminario (tú preferías llamarlo Seminario,  que viene de “sembrar”, en este caso “sembrar conocimientos”, y no Departamento que hace alusión a separar, a compartimentar el conocimiento) nos recordará que tu ausencia es ya definitiva. Ausencia física tan solo, pues para los que tuvimos la suerte de disfrutar de tu amistad, resistirá su memoria, tenaz como una roca,  los embates del olvido.

         Esa placa simboliza todo lo que te quisimos y cuánto te añoramos, pero también nos va a rememorar con su cotidiana perseverancia que la vida, la puñetera vida, te ha cesado definitivamente.

         No pasa el tiempo, pasamos nosotros. Ejemplo de esta filosofía de la existencia es una de tus peripatéticas reflexiones, que podrías haber compartido con cualquiera de tus compañeros como la compartiste con algunos que tuvimos ese privilegio. Decías: Es curioso lo de nuestra profesión. Los alumnos siempre tienen la misma edad, nosotros, en cambio, siempre que comienza un nuevo  curso somos un año más viejos. Del ineludible pasar aún te quedaba un largo trecho por recorrer, mas un fatal atajo te precipitó al fin y nos privó del “compañero del alma” con el que hacíamos más suave y llevadero el inexorable peregrinar hacia… ¿quién lo sabe? 

         A Teresita y a tus hijos, fieles hasta el final al cariño que les profesabas, les dedicamos todo lo que este pequeño homenaje en forma de placa y palabras pueda significar…

        Un insigne paisano tuyo, Emeterio Gutiérrez Albelo, escritor y maestro, con motivo de la muerte de su amigo íntimo, Agustín Espinosa, maestro y escritor, escribe Poema de despedida; en él hace un conmovedor lamento de ausencias. Nos apropiamos de los versos finales para dedicártelos a la vez que asumimos los sentimientos que expresan:

                          Ay, para decirte adiós

                          quisiera mi mejor verso.

 

                          Qué pronto nos has dejado,

                          a la mitad del sendero;

                          llenos de auroras los ojos

                          y de azul el pensamiento.

                          Ay,profesor de jardines,

                          catedrático de ensueños.

                          Navegante de quimeras,

                          cazador de romanceros,

                          que ahora vas de cacería

                          por un coto de luceros…

 

                          Adiós y a Dios, camarada,

                          Amigo,hermano y maestro.

                          Para enhebrar mi responso

                          quisiera mi mejor verso

 

 

 

Icod de los Vinos a 15 de mayo de 2009

 

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